Reflexionar en pro de los niños y niñas que relevan este mundo que se construye

Por: Erika Calanche Ramos


Ernesto, un hombre que reflexionó nuestra realidad humana
En estos tiempos donde la iniquidad impera desde la cúspide de los poderes, cayendo de manera avasallante en cascada a todas las sociedades y pueblos más vulnerables, afectando los sistema de convivencia humana y que  abisma a hombres y mujeres en el cruel individualismo que deforma  el principio de amor y educación en la población infantil que releva nuestra existencia.

El motivo que impulsa expresar tal incertidumbre y angustia son todos nuestros hijos e hijas, herederos de un sistema que contamina el alma y la conciencia limitando la posibilidad de ser felizmente armónicos con este mundo que presenta bondad y perfidia.

Es tanta la injusticia que procede de nuestro ser al actuar unos con otros que se olvida que tales acciones repercuten en el legado de niñas y niños quienes perciben de la población adulta complejos, prejuicios e ideales ajenos a su naturaleza genuina.

Confieso, que cada día al pisar con firmeza pie y alma izquierda en esta realidad en la que todos por una u otra circunstancia somos lo mismo en este proceso de diferencias sociales, ideológicas, económicas e incluso biológicas surge la siguiente interrogante: qué será de tus hijos, mis hijos y los hijos de este mundo dividido en fronteras, culturas, dogmas y poderes.

Caramba, por otra parte, es flagrante la insensatez de los personeros políticos y religiosos que dirigen este mundo como espejo de su egolatría ante esta guerra pacifica de inconsciencia que solo percibe el subconsciente de cada ser humano y que se inyecta como veneno a través de la vista y el oído que se plasma en acciones banalmente mezquina y de estos medios tecnológicos masivos que condena a cada niño a la seducción de la TV, el cyber mundo bélico y cada aparato novedoso que se ingenia para separarnos de la sublime naturaleza.

Es aún más obvia, la manera en la que nos atropellamos como personas en este proceso de convivencia que se generan de estas cadenas de mando a nuestros espacios laborales, familiares y personales. Por ejemplo en la convivencia laboral, impera la cultura del jefe que debe ser idolatrado y adulado lo que muy subjetivamente se define como jefaturas retrogradas e insensibilizadas que vulneran los principios de valores y respeto.

Respectivamente a la convivencia familiar este individualismo influye incluso en la práctica de nuestros sentimientos con la pareja y los hijos. Estos nuevos tiempos la lucha del poder entre el hombre y la mujer está enfocado en la capacidad de los ingresos y el estatus que posea cada quien en la sociedad, transformándose la familia en un sistema negocio capital de convivencia, en el cual, la intimidad espiritual humana queda execrada de la conciencia y el alma para negociar las líneas de poderes que formaran a nuestros hijos carentes de cariño y ternura.

Aunado a lo planteado, el factor personal de cada hombre y mujer es en consecuencia un compuesto de frivolidad, vanidad y egoísmo afectando incluso su sexualidad. Por ende, el sexo se asocia a la satisfacción biológica más que a la intimidad sentimental. Es decir, estamos levantando una sociedad que desnuda su cuerpo más no sus sentimientos, pues desnudarse humanamente implica factores de temor e inseguridad. He aquí donde las relaciones virtuales imperan sobre los procesos de relaciones persona a persona, privando nuestra esencia espiritual y racional, haciéndonos dependientes de estos medios tecnológicos que limita la posibilidad de otorgar y recibir sentimientos nobles a los infantes que se conciban en una relación de pareja.

Estas palabras que se expresan es mera aflicción que causa esta práctica de coexistencia que no se puede ignorar, pues la realidad nos abisma a todas y todos. En tanto, la esperanza y las acciones nobles nutridas en sentimientos y valores son el recurso y la herramienta de cambio más sublime que se puede utilizar para transformar este sistema colérico que arrastra la humanidad en caos y crisis de existencia y convivencia.

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