La política es menester del ego y el poder la saciedad de grandeza

La política es menester de las personas que sienten la necesidad de ser reconocidos, manifestar su autoridad sobre los demás, ya que tienen un profundo sentimiento y complejo de inferioridad. Asimismo, el poder es el elixir para saciar la sed de grandeza.

En este sentido, la política, es una práctica individual y social con objetivos de autoridad y fines lucrativos apalancados en el poder. Es la esencia perversa del ego, porque se manifiesta al mundo con el disfraz de la humildad, la bondad, la igualdad, la belleza y la grandiosidad; pero el mensaje implícito o significante es: "Yo soy alguien superior".

La política se impone de muchas maneras, va más allá de los partidos políticos, pues es política toda persona que ejerce dominación, autoridad y control en el hogar, en el ejercicio laboral, en las organizaciones religiosas e incluso quienes obtienen dinero de manera ávida y sin escrúpulos para alcanzar la cúspide de la elite en la antagónica pirámide social.

En consecuencia, el poder es la sensación y la garantía de la grandeza que busca, persigue y anhela toda persona que no se reconoce así misma y su único objetivo es ser reconocido. Es decir, el poder es necesario para las personas que padecen complejos de inferioridad "los no grandes" desde su psiquis.

Lord Acton dijo "El poder corrompe", ésta aseveración es desacertada, pues el poder no corrompe, ya que el corrupto busca al poder y lo utiliza para seducir e incitar a otros corruptos. Si carecen de poder no pueden manifestar su naturaleza corrupta. En tanto, la aseveración propia es "Otorga poder a una persona y sabrás quien es".

Personeros políticos en el ejercicio de cualquier cargo que signifique poder, implica abuso de autoridad, pues la autoridad es la bandera para subyugar, corromper y controlar. Todo aquel que tiene autoridad no dudará en manifestarla y este fenómeno se produce en efecto cascada.

Cabe destacar, que las personas potencialmente buenas y altruistas no sienten deseo por el poder, pues se sienten en la capacidad de hacer. Las personas inocuas, tienen consciencia y el don divino de reconocer la vida con profunda sencillez, no sienten la necesidad del poder, porque el bien se manifiesta con poder intrínseco.

El poder externo y político, es absolutamente impotente y la humanidad de modo incongruente idolatra, venera y adula a los personeros que se posan en cargos de poderes, a las personas que obtienen cargos de jefaturas y los personajes que representan la vanidad financiera global. El mundo al revés, es respetable, representa la honorabilidad y la trascendencia histórica quienes subyugaron, asesinaron y obtuvieron el poder a través de la autoridad y la iniquidad.

Por lo expuesto, es que cada revolución es en consecuencia contrarrevolución. Este hecho es inevitable, ya que los que enarbolaron a viva voz y acción la bandera de la justicia, la igualdad y la equidad al lograr posarse en el poder y concebir el camino ególatra de la política, son los mismos que incurrirán por inconsciencia en la injusticia, en la desigualdad y la iniquidad por efecto al deseo de dominar. Por ende, todos los sistemas caducan, los imperios caen y de manera contínua los poderosos y políticos perecen en el mismo lodo.

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